Hacer las cosas por primera vez siempre tiene algo de magia… y de caos. Y mi primer viaje de bikepacking no fue la excepción. En 2024 recorrí en bicicleta latinoamérica en solitario desde Patagonia hasta Colombia en 15 meses. Pero esta no fue mi primera experiencia de bikepacking. En 2022 me fui junto a mi hermana mayor a Cruzar Islandia. 22 días en autosuficiencia en uno de los lugares más espectaculares e imprevisibles que he conocido.
A pesar de los paisajes espectaculares, de los lugares mágicos, la inmensidad de sus parajes naturales y la ferocidad de su climatología, los errores que cometí me llevaron a tener un recuerdo más bien amargo de la experiencia.

Una bici entre el verde, la niebla y los caminos infinitos de Islandia (2022)
Pero no quise que eso marcara mi relación con el bikepacking. No quería quedarme con la idea de que no me gustaba por un mal inicio. Por eso decidí darle otra oportunidad, aprender y corregir. Y el resultado fue inmejorable. El bikepacking es ahora y seguirá siendo parte de mi vida.

Salar de Uyuni, Bolivia (2024)
Hoy quiero compartirte cuatro errores que cometí en aquella primera aventura, y lo que aprendí para que, si estás pensando en lanzarte a la aventura, por lo menos estés mejor preparad@ que yo.
Salir a la gran aventura sin haber testeado antes
Nunca había hecho un viaje en bici, jamás había llevado una bici cargada, y lo de acampar, sinceramente, nunca me había llamado mucho la atención.
Pero ni corta ni perezosa, me dejé llevar por la emoción (y un poco por la inconsciencia) y me lancé, tan tranquila, nada menos que a Islandia. Sí, Islandia: ese lugar famoso por su clima caprichoso y sus paisajes de otro planeta. A veces, un poco de ignorancia es justo lo que necesitas para atreverte con ciertas locuras. Y vaya si lo fue.

Empujando la bici sobre nieve en Julio en Islandia (2022)
Llevaba material prestado, que no me había dado tiempo a probar antes de salir. Jamás había acampado sola, y mucho menos en condiciones tan duras. Resultado: pasé frío. Mucho frío. Volví con los pies congelados y una lección grabada a fuego (o más bien a escarcha): si puedes, prueba tu equipo antes de partir. Escápate un fin de semana, prueba todo tu equipo, la disposición de las bolsas en la bici, la repartición del peso, el material de acampada, de cocina… todo lo que necesites. Estarás a tiempo de cambiar, añadir, dejar y perfeccionar tu equipaje antes del gran viaje.

Lugares mágicos de acampada (Islandia, 2022)
¿Mi consejo? Haz una salida corta, cerca de casa, con el material que planeas llevar. Duerme bajo cero si vas a viajar al frío. Prueba si tu saco realmente abriga, si el hornillo funciona, si sabes montar la tienda sin viento, si es suficientemente espaciosa. Esa prueba puede marcar la diferencia entre disfrutar o sufrir.
Escatimar en material
Lo barato sale caro. Ya lo dice el refrán, pero en la montaña cobra otro nivel de verdad. Cuando estás empapada por la lluvia, con los pies congelados de cruzar ríos, y llegas por fin al lugar donde plantar la tienda… no hay nada que valore más que una muda de ropa seca que te permita entrar en calor.

“Secando” ropa bajo techo en Islandia (2022)
Yo fui la primera en escatimar en equipo en mi primer viaje. Usé bolsas que no eran 100% impermeables y lo pagué caro. Fue un error de esos que no se te olvidan. Así que para la siguiente aventura no lo dudé: invertí en unas alforjas Ortlieb. Resistentes, impermeables y prácticas. ¿Lo mejor? La tranquilidad de saber que, al menos, todo lo que llevo dentro va a llegar seco.
No comer suficiente en ruta
Este error me acompañó mucho más tiempo del que debería. Cuando vas en bici, sobre todo cargada, el gasto de energía es enorme. Al principio, por nervios, por inexperiencia, o simplemente por no querer parar, me saltaba comidas o tiraba de lo primero que encontraba. Error. Cuando tenía acceso a comida acababa devorando y comiendo cualquier cosa. Lo primero que encontraba, independientemente de su calidad y valor energético.
Por eso ahora siempre llevo algo fácil de comer y energético a mano. Las barritas Powerbar me han salvado más de una vez. Caben en cualquier bolsa o bolsillo, no se derriten, y me dan ese empujón rápido que necesito cuando siento que me empiezo a apagar.

Energía para cruzar el Salar de Uyuni (Bolivia, 2024)
Aprendí a escuchar mi cuerpo, a no esperar a estar con hambre (porque ahí ya es tarde), y a ver la comida no solo como necesidad, sino como parte del placer del viaje.
Delegar todo y no planificar absolutamente nada
Dejarse llevar y dejar espacio a la improvisación está bien. De hecho, lo recomiendo muchísimo. Las mejores experiencias suelen ocurrir sin planificarlas: son espontáneas, auténticas, y allí es donde se esconde la verdadera magia del viaje.
Pero una cosa no quita la otra. Hay unos mínimos que conviene tener en cuenta si no quieres acabar en un apuro: revisar mapas, topografía, terreno, ríos, vida silvestre, climatología, saber dónde puedes encontrar agua, comida, o un techo si lo necesitas. Y sobre todo, conocer bien a tu(s) compañer@(s).

Acampando a pies del Volcán Cotopaxi (4.100m s.n.m)
En mi caso, delegué toda la organización en mi hermana. Ella tenía más experiencia, le encantaba planificar rutas, gestionar la logística y tomar decisiones. Y a mí, en ese momento, ya me parecía bien. Lo que no tuve en cuenta es que nuestras formas de viajar eran muy distintas. Mientras a ella le entusiasma lo remoto, lo extremo, la soledad absoluta y dormir siempre bajo las estrellas, yo necesito, de vez en cuando, una ducha caliente, una cama o simplemente una conversación con alguien. Un poco de humanidad.
Y así cruzamos Islandia: solas, por los caminos más extremos, cruzando ríos helados, sin encontrarnos a casi nadie. Y digo «casi» porque el día que llegamos a un refugio donde había otras personas, nos fuimos. Nos alejamos de la civilización para acabar plantando la tienda en un mar de ceniza, bajo una tormenta. Literal.
No fue culpa de nadie. Simplemente, viajamos distinto. Y eso lo entendí después. Por eso, cuando decidí emprender mi siguiente gran viaje, lo hice sola. Para tomar mis propias decisiones, para encontrar mi propio ritmo, para equivocarme por mí misma y disfrutarlo también a mi manera.

Paso Córdoba, Argentina (Feb 2024)
De ahí nace el nombre que uso en redes: Marta’s Way. Porque todos tenemos nuestro camino. Y yo, por fin, empecé a recorrer el mío.
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En resumen: no hace falta que tu primer viaje sea perfecto. Cometerás errores, seguro.
Pero también volverás con historias, aprendizajes y, probablemente, ganas de repetir.
Porque una vez que pruebas lo que es viajar en bici, cuesta mucho volver atrás. Y al final, eso también es parte de la aventura.
Y recuerda: “Sigue tu propio camino”
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